Las importantes subidas que el SMI ha experimentado en los últimos años han venido generando dudas sobre el modo en que debían repercutir en los ingresos percibidos por buena parte de la población activa.

En concreto, y respecto del SMI fijado para el año 2019, se ha venido discutiendo si las nuevas cantidades debían tomarse como “salario base” y sobre ellas calcular los diversos complementos (antigüedad, penosidad, peligrosidad), tal y como establece la literalidad del real decreto de SMI.

Así, la Sala Cuarta del Tribunal Supremo, a través de tres sentencias diferentes, ha dado una respuesta negativa al interrogante. Conforme a sus palabras “para conseguir la efectiva percepción del SMI garantizado, hay que atender a las previsiones del convenio colectivo, incluyendo los diversos complementos salariales, salvo que una norma con rango de Ley aboque a otra conclusión, o el propio convenio colectivo lo indique de forma expresa”.

Argumentan que lo contrario supondría desconocer la regla del artículo 27.1 del Estatuto de los Trabajadores, pero también disolver el propio concepto de SMI, puesto que éste acabaría siendo distinto para cada colectivo sujeto a una regulación convencional, o incluso para cada persona (a la vista de sus complementos de tal índole).

La primera de las sentencias explica que lo cobrado por complemento de antigüedad forma parte del salario que debe compararse con el nuevo SMI; la segunda sentencia extiende esa regla a todos los complementos salariales (incluso los variables); y la tercera sentencia, hace lo propio y advierte que fuera de la regla quedan las percepciones extrasalariales. Todas ellas han sido aprobadas por unanimidad.

Por tanto, pese a la literalidad del Real Decreto, la subida del SMI debe aplicarse en los términos contemplados por el Estatuto de los Trabajadores, por lo que no afecta a quien ya venga cobrando un salario superior en cómputo anual.

 

Fuente: ElDerecho